errores sala restaurante

Ya hemos dicho que el servicio de sala no solo es el otro 50% de un restaurante, sino que es el eslabón que pone en relación el cliente con la cocina, el encargado de servir las elaboraciones y las bebidas y hacer que el comensal pase un momento inolvidable. Así, debemos cuidar al máximo todo lo relacionado con este aspecto.

Un factor negativo en lo referente al personal de sala es que, mientras que la cocina está en auge en tanto que profesión, en el caso del servicio de sala se está perdiendo el oficio.

Si tienes la suerte de contar con profesionales que conozcan realmente las características de su profesión, el siguiente paso, que resulta vital, es conseguir una brigada estable, que vaya conociendo la idiosincrasia y las particularidades de tu restaurante.

A continuación mostramos las diez peores cosas que suelen hacer los camareros, esas cosas que nos quitan las ganas de volver a un restaurante:

 

La bienvenida

Es increíble que llegues a un restaurante y no te saluden o ni siquiera te crucen la mirada. Parece mentira, pero suele ser así. Esto es una falta de respeto y de profesionalidad total.
Lo primero debe de ser un saludo, acompañado de una sonrisa, y ofrecer algo de aperitivo. Luego ya veremos si tienen su mesa preparada o no

La mirada

Cuando el camarero camina por el restaurante –ocupado o no– y sus ojos parecen mirar hacia cualquier lado menos a tu mesa. Levantas la mano tratando de llamar la atención y, cuando esto no funciona, empiezas a escalar los movimientos corporales acompañándolos con requerimientos verbales: “Por favor, disculpa…”. No quieres gritar mucho para no llamar la atención de los demás clientes, pero se vuelven todos los comensales menos el camarero. El efecto de la no mirada viene acompañado normalmente de una leve sordera.

La inseguridad

Normalmente, cuando un camarero no suele estar seguro de la composición de los platos o de qué plato aconsejar, pasa un hecho curioso: para que no se le vea inseguro, normalmente para quedar bien suele ir a los platos más caros o a los platos más grandes. Quizá piensa que, al ser más caros, serán más buenos, y en cuanto a los platos más grandes, que por lo menos no se quedarán con hambre…

La charla

Tu camarero está apoyado en la barra, tu pedido enfriándose sobre la misma, mientras él o ella está discutiendo acaloradamente sobre cosas muy importantes con la persona de detrás de la barra.

La cuenta

Que la cuenta tarde más que el plato principal es un clásico.
¡No sé, es que no lo he probado…!
Esta es otra de las frases que peor puede hablar de nuestra profesionalidad y la de nuestro restaurante.

La discusión

La famosa trampa del agua con gas o sin gas es un clásico.

La complicidad

“Yo dije en la cocina que lo querías jugoso, pero ellos siempre hacen lo que quieren”. El hecho de desacreditar el trabajo de un compañero para arreglar un problema nuestro suele ocurrir, pero no nos deja en buen lugar.

La desmemoria

La generación de camareros profesionales que tomaban un pedido de doce personas sin anotar nada y traían a cada uno su plato sin equivocarse está en peligro de extinción.
Por eso se inventó el camarero de lápiz y papel. El problema empieza cuando los camareros de hoy tratan de evitar el “papelón” y toman el pedido sin anotar nada: dan dos pasos desde tu mesa hacia la cocina y ya te das cuenta de que hay algo que va mal. Que se han olvidado de algo. Un subgénero del desmemoriado es el que lo anota todo y lo trae todo mal igual. Sin palabras.

El desconocimiento

“No sé qué lleva la salsa, creo que es crema de hongos o mayonesa, pero no estoy seguro”. La mayoría de los camareros de hoy en día no conocen los ingredientes, no saben de formas de preparación y tampoco parece que les interesara. 
Un camarero bueno vende el plato, lo explica y lo recomienda. Si no conoce los platos, difícil es que pueda salir algo bueno de la experiencia gastronómica.